¿Quién no ha sentido, después de correr o hacer un ejercicio intenso, la sensación de placer, relax, evasión…?
Fotografía cedida por Iñaki Fraile, www.funciona.cat
Muchos corredores de maratones admiten que el gran estímulo que les mueve para realizar semejante esfuerzo es lo que se conoce como “el vuelo del corredor” – the runner’s high -.
“Psicológicamente, los corredores experimentan euforia, el sentimiento de ser invencibles. No sienten dolor e incluso pierden la noción del tiempo”, afirma Jesse Pittsley, PhD, presidente de American Society for Exercise Phsysiologists.
Fotografía cedida por Lluís Planagumà, lluispatins.blogspot.com
¿De dónde proviene esa sensación? ¿Es necesario correr 42 Km para sentirla? ¿Puede experimentarse a través de otras formas de ejercicio o con otros estímulos?
Una de las explicaciones plausibles tiene su origen en unas moléculas que segrega nuestro propio cuerpo y que se conocen como endorfinas.
¿Qué son las endorfinas?
En los años 70, se llevaron a cabo estudios científicos a propósito de los efectos de los opiáceos –como la morfina o la heroína-, en el cuerpo humano.
Estos estudios revelaron que estas sustancias entraban en contacto con receptores específicos presentes en las células, principalmente del cerebro y la médula espinal, bloqueando la transmisión de señales de dolor en todo el cuerpo.
La cuestión era saber por qué los humanos fabricábamos esos receptores específicos. ¿Tal vez, nuestro organismo era capaz de fabricar, de forma natural, sustancias parecidas a los opiáceos y, por lo tanto y por su estructura, orientadas a conectar con los receptores específicos?
Por fin, a mediados de los años 70, se identificaron las llamadas endorfinas, moléculas análogas a los opiáceos pero generadas en el propio cuerpo humano.
Dos grupos independientes de investigadores consiguieron aislar esas moléculas. En Escocia, John Hughes y Hans Kosterlitz, aislaron un pequeño péptido -secuencia de varios aminoácidos- del cerebro del cerdo, y le dieron el nombre de encefalina. Paralelamente, otro grupo de investigadores, en Estados Unidos, aislaron una molécula parecida a la morfina y la denominaron endorfina –“endo”, que proviene de endógeno, y “-fina”, de morfina, es decir, “sustancia parecida a la morfina que se genera en el propio cuerpo”-.
Receptores específicos de la encefalina en las células
De forma genérica, se llamó “endorfina” a muchos péptidos -proteínas de cadena corta- con múltiples funciones: desde la disminución del dolor y la analgesia hasta la euforia y el placer.
Al comparar las estructuras de la morfina y de una endorfina, se observa que tienen una parte común muy parecida, lo que explica que la morfina encaje en los receptores específicos y naturales de las endorfinas.
Analogía entre las estructuras químicas de la endorfina y de la morfina
Las endorfinas: nuestros narcóticos privados
Las endorfinas son neurotransmisores -sustancias químicas que pasan señales de una neurona a la siguiente- endógenos -generados en el mismo cuerpo-.
Juegan un papel muy importante en el sistema nervioso central ya que pueden estimular o suprimir el resto de señales hacia las neuronas siguientes, produciendo sensación de euforia o inhibiendo la sensación de dolor.
Ante estímulos como el estrés, el miedo o el dolor, nuestro organismo fabrica, en distintos puntos del cuerpo –la glándula pituitaria, la espina dorsal y en otras partes del cerebro y del sistema nervioso-, endorfinas que interaccionan con los receptores específicos, localizados en regiones del cerebro, bloqueando el dolor o controlando las emociones.
Situación de la glándula pituitaria en el cerebro
Hasta hace poco, todos los estudios de endorfinas estaban basados en la monitorización de las endorfinas en el torrente sanguíneo y en el cerebro de las ratas. Y es que era tecnológicamente imposible medir los niveles de endorfinas en el cerebro humano sin dañar al sujeto, de manera que seguían debatiéndose temas como el vuelo del corredor y otros procesos de euforia o cambios de humor.
Con la aparición de nuevos métodos analíticos basados en imágenes, los investigadores pudieron, al fin, estudiar el flujo de las endorfinas y cómo interactúan con las células del cerebro directamente en los humanos, verificando así su rol en el ejercicio.
Endorfinas y emociones
La mayoría de nuestras emociones están procesadas por nuestro sistema límbico cerebral. Éste está formado por varias estructuras cerebrales como el hipotálamo que es la región que procesa emociones como respirar, satisfacción sexual, hambre o respuestas emocionales en general-. El sistema límbico es muy rico en receptores opiáceos. Cuando la endorfina encuentra uno de estos receptores, experimentamos sensación de placer. Las endorfinas nos afectan igual que la codeína o la morfina, no son adictivas.
Desencadenantes de las endorfinas
Existen muchos desencadenantes de las endorfinas, muchas razones por las que nuestro organismo las fabrica.
Todo empieza en el hipotálamo, que es el centro de control de nuestro sistema endocrino. Es el hipotálamo el que decide cuándo necesitamos comer, cuando comienza la pubertad o cuando necesitamos una dosis mayor de endorfinas.
Así, el cerebro detecta esa necesidad de endorfinas e inicia una cadena de mensajes que, químicamente, indican a la glándula pituitaria que libere y que vayan, a través del cuerpo, a las distintas glándulas del sistema endocrino, para que, siguiendo la línea, las neuronas que contienen endorfinas las liberen también. Estas endorfinas luego encontrarán los receptores específicos.
Las endorfinas se producen en el cuerpo y son requeridas por el hipotálamo, pero ¿qué más, aparte de estrés y dolor, es capaz de generar la liberación de endorfinas…?.
Hay otras actividades que advierten a nuestro hipotálamo que hemos de generar endorfinas como la meditación o ejercicios de control de la respiración -Tai chi, Pilates o yoga-.
La meditación o el Tai chi crean endorfinas
¡Y las comidas picantes! La Capsaicina es el principal componente que causa el picor en la boca al comer platos elaborados con plantas como las guindillas.
Capsaicina, responsable del sabor picante de las guindillas
También el trabajo corporal como la Acupuntura o los masajes o luz UV.
Y, por supuesto, correr.
El vuelo del corredor
Se han realizado y se siguen realizando numerosos estudios relacionados con las causas de los aumentos de euforia y de energía durante y después de la realización de ejercicios intensos como correr.
Se ha hablado repetidamente del efecto de los neurotransmisores opiáceos tales como las endorfinas, pero también se han investigado otras moléculas que podrían estar involucradas. Seguramente, la realidad es que existen varios procesos involucrados y probablemente no son independientes entre sí.
Fotografía cedida por Lluís Planagumà, lluispatins.blogspot.com
Lo cierto es que la sensación después de correr -y de otros ejercicios como los arriba descritos-, es muy placentera. Así pues, ¡disfrutémosla!
Bibliografía
https://medlineplus.gov/spanish/ency/anatomyvideos/000099.htm
https://www.medicinenet.com/script/main/art.asp?articlekey=55001
https://en.wikipedia.org/wiki/Endorphins
https://www.sciencedirect.com/topics/neuroscience/endorphins
http://njgsnica.blogspot.com.es/2012/03/masaje-y-endorfinas.html
http://elceluloidedeavogadro.blogspot.com.es/2014/08/por-que-leche-alivia-picor-guindilla.html