Tanto el envejecimiento intrínseco o interno como el extrínseco o externo de la piel son procesos que afectan enormemente no sólo a nuestro aspecto sino también a nuestra salud. Este artículo es el primero de una serie de 4 destinados a comprender cómo afecta este envejecimiento a los cambios que se producen en nuestra piel y cómo podemos ayudarla a regenerarse con productos cosméticos adecuados.
El interés en el envejecimiento cutáneo en los países desarrollados ha crecido de forma dramática durante los últimos 75 años. Los efectos psicosociales y fisiológicos del envejecimiento de la piel en las personas mayores han creado una demanda para una mejor comprensión del proceso y de soluciones efectivas.
El envejecimiento de la piel es un proceso complejo determinado por factores intrínsecos y extrínsecos. La apariencia de la piel madura y sus consecuencias clínicas se conocen desde hace siglos. No obstante, el mecanismo del envejecimiento y sus causas se investigan desde hace tan sólo unos 50 años. Y aunque este período de tiempo nos pueda parecer corto, se ha conseguido un enorme progreso gracias a la investigación gerontológica básica que emplea enfoques inmunológicos, bioquímicos y de biología molecular.
¿Qué es el envejecimiento?
Es un proceso definido como la disminución de la función máxima en todos los órganos del cuerpo, lo que resulta en una mayor probabilidad de enfermedad. Ocurre a nivel de células individuales y es considerado por muchos investigadores como un mecanismo de prevención del cáncer, que impide el crecimiento no regulado de las células cuyo ADN ha sido dañado progresivamente a lo largo de la vida por mutágenos internos y externos.
Envejecimiento intrínseco -debido a causas internas- y extrínseco -debido a causas externas-
Los primeros estudios que definen los cambios fisiológicos que acompañan al envejecimiento de la piel se remontan a la década de 1950. No obstante, estos estudios no distinguían entre los procesos debidos a causas internas, como disfunciones bioquímicas de la piel y a los debidos a causas externas, como el estrés oxidativo. A partir de 1960-1970 ya comienzan a surgir estudios de piel madura no expuesta al sol.
El envejecimiento intrínseco se caracteriza fundamentalmente por alteraciones funcionales más que por grandes cambios en la piel. De igual o mayor importancia clínica es el fotoenvejecimiento, que consiste en la superposición del daño solar crónico con el envejecimiento intrínseco.
Envejecimiento intrínseco
A pesar de los cambios relativamente pequeños en la apariencia cutánea macroscópica, la función máxima y la capacidad de reserva de la piel se deterioran con el envejecimiento.
Estos son los cambios más importantes que se producen a nivel nuestro interno:
Disminución de producción de células importantes para la piel
El envejecimiento intrínseco conlleva una disminución de la capacidad proliferativa de células importantes como queratinocitos y fibroblastos, reducción de la producción de citocinas, disminución de la síntesis de fibras y retraso en la recuperación de la función barrera de la piel después del daño. Ello conduce también a una curación lenta de heridas después de una lesión.
Todos estos términos se explican a continuación.
Los queratinocitos son las células mayoritarias de la epidermis, la capa más superficial de la piel. Están formados por una proteína muy dura que se llama queratina, que estimula el crecimiento de células epiteliales en la piel y otros órganos.
Los fibroblastos son el tipo más común de células que se encuentran en el tejido conectivo. Segregan colágeno, proteína que proporciona estructura a nuestro cuerpo, protegiendo y apoyando los tejidos más blandos y conectándolos con el esqueleto. Los fibroblastos también juegan un papel muy importante en la cicatrización de heridas.
Las citocinas son una amplia categoría de proteínas pequeñas que son importantes en la señalización celular. Las células generalmente se comunican entre sí mediante señales químicas. Estas señales químicas, que son proteínas u otras moléculas producidas por una célula emisora, con frecuencia son secretadas por la célula y liberadas al espacio extracelular. Ahí pueden flotar, hacia las células vecinas, como mensajes en una botella.
Las señales pueden ir a una célula diana, es decir que tiene un receptor que puede unirse al ligando. El ligando se une al receptor y desencadena una cascada de señales dentro de la célula que finalmente generan una respuesta. O a una célula no diana, que no tiene los receptores para el ligando específico, aunque puede tener receptores de otros tipos. No percibe al ligando y por lo tanto no genera una respuesta.
Alteración de la función barrera de la piel
La piel es la primera barrera de protección que nos preserva de las múltiples agresiones externas a las que estamos sometidos en nuestra vida diaria.
Propiedades de la piel en su función barrera
Es uno de los órganos más extraordinarios del cuerpo humano. De entre todas sus numerosas funciones, la más importante es la de prevenir al organismo de la deshidratación y protegerlo del medio ambiente y de los agresores externos, pero manteniéndolo en constante comunicación con él.
Posee propiedades defensivas inmunológicas. Si se altera, ya sea por defecto o por exceso, pueden aparecer problemas no sólo a nivel local, sino también en otras zonas, ya que el sistema inmune cutáneo trabaja en conexión con el resto del cuerpo.
Además, controla la temperatura corporal y percibe la presión y el dolor.
Esta barrera que forma nuestra piel limita el paso de agua y minerales y está localizada en la capa más externa de la piel: el stratum corneum de la epidermis. Éste consiste en una capa de células muertas pero biológicamente activas, conocidas como corneocitos. Los corneocitos están embebidos en una matriz de lípidos compuesta por ceramidas, colesterol y ácidos grasos libres.
Estructura del straum corneum
Los lípidos son compuestos formados principalmente por carbono e hidrógeno, y, en menor proporción, por oxígeno, nitrógeno y fósforo. No tienen una estructura básica común. Por eso, dentro de este grupo de biomoléculas se encuentran muchos compuestos de formas variadas.
La función barrera de la piel se altera con la edad, y el tiempo requerido para reconstituir el stratum corneum, capa superficial de la piel, se duplica, en parte debido a la disminución de la capacidad de generar los lípidos que la componen.
Disminución hormonal
Las hormonas femeninas influyen significativamente en la composición de los lípidos del stratum corneum, lo que sugiere que las disminuciones asociadas a la edad de los niveles hormonales pueden afectar la función de barrera. Además, en las mujeres, tanto la masa ósea como el colágeno de la piel disminuyen rápidamente en los años posmenopáusicos, lo que sugiere que los estrógenos influyen en la síntesis y degradación del colágeno en ambas zonas.
Se produce un descenso en la producción de queratinocitos y un descenso en la densidad de células de Langerhans, parte fundamental del sistema inmunológico, lo que induce una disminución de la respuesta inmunitaria cutánea con la edad.
Aumento de riesgo con las radiaciones ultravioletas
Una disminución del número de melanocitos provoca una reducción de la protección contra las radiaciones ultravioletas y aumenta, por lo tanto, la susceptibilidad al daño del ADN epidérmico. Así mismo, la tasa de reparación del ADN disminuye, aumentando el riesgo de contraer enfermedades cutáneas.
Los melanocitos son las células encargadas de producir melanina. La melanina es el pigmento absorbente de luz más común en el reino animal. Es el responsable de que nos pongamos morenos y de la pigmentación oscura de la piel.
Disminución de la vitamina D3
Una función endocrinológica importante de la epidermis humana que disminuye con la edad es la producción de vitamina D3. La irradiación UV convierte el precursor epidérmico de vitamina D3 -7-dehidrocolesterol- en previtamina D3, que posteriormente se transforma en vitamina D3. Con la edad, los niveles del precursor epidérmico de vitamina D3 disminuyen, lo que contribuye a disminuir la producción de esta vitamina en personas mayores y las hace susceptibles a su deficiencia en ausencia de exposición regular al sol.
Transformación de la provitamina D3 en vitamina D3 por efecto de la radiación solar
Alteración del sistema vascular
También se producen cambios en las paredes de los vasos sanguíneos que contribuyen a la fragilidad vascular. Todo ello conduce a un deterioro de la termorregulación, lo que predispone a personas de edad avanzada a sufrir golpes de calor o hipotermia.
Además, la reducción del sistema vascular alrededor de los bulbos capilares y las glándulas ecrinas, apocrinas y sebáceas contribuye a su atrofia gradual asociada a la edad y, como resultado, disminuye la producción de sudor y sebo. Las disminuciones en el sistema vascular también son responsables de la respuesta inflamatoria atenuada a una variedad de estímulos, incluidos los químicos nocivos y la irradiación UV. Los cambios en la microvasculatura también pueden disminuir la velocidad a la que las sustancias se eliminan de la dermis.
Hasta ahora hemos comentado los cambios internos que produce la edad sobre nuestra piel. En el siguiente artículo comentaremos el efecto de los factores externos.
Bibliografía
Fifty Years of Skin Aging. https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0022202X15529242
Aging changes in skin. https://medlineplus.gov/ency/article/004014.htm
Understanding skin aging. How does skin age and how should I care for it? https://int.eucerin.com/skin-concerns/aging-skin/in-general