Cleopatra ya utilizaba aceites esenciales
Si pudiéramos retroceder en el tiempo y Cleopatra nos dejara acceder a su botiquín, muy probablemente lo que encontraríamos serían aceites esenciales. Los aceites esenciales eran usados por reyes y reinas como medicina y, a menudo, eran más caros que el oro y la plata.
Los aceites esenciales son la forma más antigua de medicina conocida por el hombre. Son líquidos aromáticos, muy sutiles, extraídos de las flores, semillas, hojas, cortezas o raíces de plantas, árboles, arbustos o matorrales por destilación. Se denominan aceites porque son insolubles en agua y solubles en disolventes, pero su estructura química es muy diferente de la de cualquier aceite vegetal como por ejemplo el de oliva.
Son aceites muy concentrados con un aroma muy intenso. Al destilarlos, se concentran los compuestos con más poder de curación de la planta en un solo aceite. Para conseguir un litro de aceite esencial de lavanda se precisan 150 kilos de flores de lavanda.
Estos aceites naturales protegen a la planta de los insectos y de los ambientes hostiles y les permiten adaptarse mejor a otros entornos.
Historia de los aceites esenciales
Los antiguos egipcios creían que el sentido más importante era el olfato, incluso más que la vista. Ellos fueron los primeros que extendieron el uso de métodos de destilación de hierbas ya en 3500 a.J.C. Los aceites esenciales se usaron como medicina egipcia y en los entierros de faraones y gobernantes. Cuando la tumba de Tutankamón fue descubierta, se encontraron 350 litros de aceites esenciales en jarras de alabastro. Se dice que Cleopatra, famosa por su belleza y atractivo, creó su primer spa cerca del Mar Muerto y allí utilizaba aceites esenciales para sus tratamientos personales de belleza.
La cultura China utilizaba, ya sobre los 3000 a.J.C., aceites esenciales para curar, como se demuestra en el libro de hierbas de Shen Nong Shi’s, el libro de medicina chino más antiguo que se conoce. Shen Nong Shi’s , era un médico chino que, utilizando hierbas como remedio curativo, en su libro menciona más de 350 plantas distintas y sus aplicaciones, incluyendo aceites esenciales.
Los árabes crearon un próspero comercio de incienso hacia los años 500 a.J.C., tanto es así que el recorrido comercial se conocía como “la ruta del incienso”.
En el libro de Éxodo, cuando el Señor hace mención de la unción santa, propone una fórmula específica a base de mirra, canela, cálamo, casia y aceite de oliva. Esta fórmula se utilizaba para ungir a reyes y gobernantes. Esta unción no formaba parte simplemente de un ritual, sino que era conocida también por sus propiedades curativas.
La Biblia
Según referencias de la Biblia, Moises también utilizó aceites esenciales. La palabra “unción” viene del latín inunctus y significa “untar con aceite”, consagrar a una persona. En el libro de Números 16, Moisés le pide al sacerdote Aaron que detenga una plaga quemando aceites esenciales en un templo. Hoy se sabe que, concretamente la canela, tiene propiedades antibacterianas potentes.
Otros aceites esenciales utilizados en aquella época eran el incienso, el hisopo, el nardo y el cedro.
La sabiduría navegó por el Mediterráneo y llegó a Hipócrates -médico griego, 460 a 370 a.J.C.-. Él era un firme creyente de los tratamientos holísticos. Si pudiéramos viajar atrás en el tiempo hasta 500 a.J.C. podríamos verle administrando aceites esenciales via aromaterapia y masajes. En Grecia, que era conocida por sus balnearios, se utilizaban aceites esenciales para crear aguas curativas.
Cuando Grecia pasó el testigo de la civilización a Roma, se continuaron utilizando la aromaterapia y las fragancias en su Imperio.
Tres hombres sabios regalaron oro, incienso y mirra
La Biblia nos cuenta cómo 3 hombres sabios llevaron al Niño, rey de Israel, regalos de oro, para honrar su realeza, incienso como perfume y mirra como aceite para las unciones. Aunque esto tenga parte de cierto, otras versiones apuntan a que los hombres sabios que venían del este en realidad le estaban regalando a Jesús unos preciados y costosos productos que podían utilizarse como remedios médicos muy potentes.
Tres hombres sabios regalaron oro, incienso y mirra a Jesús
En aquellos tiempos, el incienso se utilizaba como soporte al sistema inmunitario y contra las infecciones, la mirra servía como soporte al sistema hormonal y el oro podría referirse, según algunos historiadores, al aceite balsámico conocido como “oro líquido”. Estos aceites eran sumamente costosos: el coste del aceite que utilizó María Magdalena para ungir los pies de Jesús era equivalente al salario de un año.
El Renacimiento
Desgraciadamente, desde la caída de Roma al Renacimiento, se desestimaron todas las técnicas holísticas y cayeron en desuso.
A lo largo de la Edad Media, a causa de la actuación de la Iglesia, al considerar los baños inapropiados, volvió a emerger el uso de aceites esenciales como fragancias, que a su vez son antibacterianos y reducían los olores fétidos de la época. ¡Poco debían saber que aquel perfume además les mantenía a salvo de enfermedades!
Es posible también que los monjes de la época resucitaran la medicina de las plantas y la desarrollaran en el interior de los monasterios, medicina popular consideraba como artes de brujería y que acabó con muchos de aquellos monjes en la hoguera –con ellos y con las mujeres, brujas, que sanaban también con hierbas-.
El renacimiento: avances en la medicina de las plantas
Afortunadamente, durante el Renacimiento, médicos alquimistas como Paracelso -médico suizo, 1493-1541- realizó amplios avances dentro del campo de la medicina de las plantas. Dedicó especial interés al aceite de romero que utilizaba para fortalecer el cuerpo, en especial los órganos frágiles como el hígado, cerebro y corazón.
La aromaterapia
El nacimiento de la moderna aromaterapia se debe al químico francés y perfumista Rene Maurice Gattefosse -1881 a 1950-. Al principio él no creía en este movimiento de salud natural, pero estaba muy interesado en las propiedades de los aceites esenciales por sus propiedades aromáticas. Pero en 1910, trabajando en su laboratorio, sufrió una quemadura intensa y el único producto que encontró para aliviarse fue aceite esencial de lavanda, que se puso inmediatamente sobre el brazo herido. Y observó, sorprendido, como esta quemadura sanaba sin infección y cicatrizaba.
Comprobó así, por sí mismo, lo que ya había sido descubierto siglos atrás sobre el poder curativo de los aceites esenciales, ya que al ser moléculas pequeñas y lipófilas -afines a la grasa- son capaces de penetrar a través de la piel e interaccionar con la química del organismo. Más adelante, gracias a los experimentos de Gatefosse, se utilizaron los aceites esenciales para tratar infecciones y heridas de los soldados durante la II Guerra Mundial.
Actualmente, gracias a los muchos análisis clínicos realizados y a los sorprendentes resultados obtenidos, los aceites esenciales y la aromaterapia vuelven a estar en auge. Estos aceites, con composiciones químicas complejas -como veremos-, desarrollados y perfeccionados por las plantas durante siglos. Merecen una consideración muy especial desde nuestra óptica de un mundo rápido y a veces superficial.