La piel no es impermeable
La piel humana envuelve y protege nuestro cuerpo, constituye un sistema dinámico y vivo.
Tiene la gran habilidad de absorber las materias que aplicamos sobre ella de forma parcial o total. De hecho, el 60% de los productos que usamos a diario sobre nuestra piel, se absorben y pasan al torrente sanguíneo. A modo orientativo, una mujer puede llegar a absorber unos 15 Kg de ingredientes cosméticos en 60 años.
Ha llevado décadas comprender el funcionamiento de la piel debido a su gran complejidad. Tanto es así que, hasta hace muy poco, la piel se consideraba impermeable. Se pensaba que su capa externa – stratum corneum – era inerte al estar formada por células muertas. Pero nada más lejos de la realidad, el stratum corneum, donde nos aplicamos cremas y demás productos cosméticos, es un sistema dinámico con constante actividad metabólica.
Este nuevo conocimiento del funcionamiento de nuestra piel ha generado muchas inquietudes acerca de los posibles efectos, sobretodo a largo plazo, que puede tener la combinación de compuestos químicos utilizados en los cosméticos en nuestra salud. Y estas inquietudes tienen su origen en que la mayoría de materias de la cosmética industrial provienen del petróleo.
¿Qué es el petróleo?
Es un fósil producido en el interior de la Tierra a través de un proceso que ha tardado millones de años en completarse.
Y millones de años después, prácticamente todos los productos con los que estamos en contacto a diario provienen del petróleo. Se obtienen por un proceso llamado destilación fraccionada, por el que se separa el petróleo en sus múltiples componentes, llamados en química hidrocarburos.
Pero ¿cómo está relacionado el petróleo con la cosmética convencional?
El mundo está lleno de compuestos químicos que provienen del petróleo: gasolina, plásticos, aceites lubricantes y un largo etcétera que, por extenso, se hace difícil de enumerar. Aunque a priori parezca imposible, el petróleo y los productos cosméticos industriales están íntimamente relacionados en nuestro mundo actual.
El aceite mineral, que proviene del petróleo, es uno de los componentes básicos de la cosmética convencional. Es un aceite transparente incoloro fluido compuesto por hidrocarburos, que también se utiliza mucho en la industria como lubricante mecánico o aceite para motor. Por supuesto, para la formulación de cosméticos este aceite se trata para que sea estable, incoloro, transparente, inodoro y adecuado para el consumo humano.
En cosmética convencional, este aceite mineral se utiliza como humidificante por su efecto oclusivo, es decir, se deposita sobre la piel impidiendo que se evapore el agua. Pero es tan oclusivo que impide que la piel transpire.
Por otra parte, como la composición química del aceite mineral es muy diferente a la de los componentes naturales de la piel, el cuerpo no lo reconoce. Y sin enzimas que puedan degradarlo no es nutritivo.
También los perfumes, champús y muchos otros productos de la cosmética convencional están compuestos de los hidrocarburos llamados aromáticos. Éstos son un tipo especial de hidrocarburos-. Los perfumes y las materias que contienen fragancias pueden llegar a contener cientos de materias químicas para conseguir un olor determinado. La mayoría de ellas provienen del petróleo.
¿Son seguros los componentes de la cosmética convencional?
Los productos cosméticos industriales reivindican su seguridad y en apariencia son seguros. Pero al margen de obtener beneficios a corto plazo, ¿qué sucede con los posibles efectos a largo plazo? ¿Cuántos estudios se han realizado para saber si los ingredientes de los cosméticos convencionales pueden ser tóxicos para la salud cuando se utilizan a diario durante largos períodos de tiempo?
Cierto es que la cosmética convencional viene introduciendo, desde hace ya algún tiempo, conceptos como los «principios activos«, asociados por el público a salud y natural, aunque a veces no lo sean. Pero, incluso desde aquella perspectiva, ¿hay estudios demostrados de sus efectos en colectivos de población representativos? ¿Son seguros a largo plazo? ¿Son realmente efectivos?
El sentido común
Todos los cosméticos, tanto convencionales como naturales, contienen 3 ingredientes básicos: agua, aceite y emulgentes, como una mayonesa. En ambos tipos de cosmética lo que varía son los ingredientes, en la convencional la mayoría provienen del petróleo y en la natural, los aceites vegetales y esenciales provienen de las plantas.
Muchos de los ingredientes que se añaden en cosmética convencional sirven para mejorar el tacto y la untuosidad del producto, pero no aportan beneficios extras a la piel.
No todos los aceites vegetales y esenciales son inocuos, hay que saber utilizarlos, pero han servido de base cosmética para la humanidad durante cientos de años y tienen una composición química parecida a las grasas del cuerpo humano –los triglicéridos-.
¿Realmente vale la pena poner nuestra piel a prueba aplicándonos unos compuestos con ingredientes tan ajenos a nuestra química, con una eficacia dudosa y con una experiencia tan corta en cuanto a sus efectos a largo plazo?
Probablemente, todo se reduzca a una cuestión de información, conocimiento, criterio, elección … ¡sentido común!
Bibliografía
Cosmética Slow, Julien Kaibeck, www.edaf.net